No te conformes
Creo que todos podemos estar de acuerdo en el hecho de que la pandemia ha sido bastante mala, en el sentido de que la Peste Negra -la más devastadora en la historia- fue "levemente molesta". El mundo está en guerra, la crisis económica amenaza nuestros trabajos, y el virus mortal sigue presente a pesar de todos nuestros esfuerzos por hacer que se vaya, como el último invitado que no deja la fiesta o el recuerdo de la vez que te emborrachaste en la fiesta de fin de año del trabajo y te caíste de la mesa.
Y sin embargo, yo siento como que estuve practicando para la cuarentena toda mi vida. Siendo que soy muy introvertida y ansiosa, mi tendencia siempre fue a evitar los encuentros sociales desde que soy adolescente, perfeccionando el arte del aislamiento con las mismas horas de esfuerzo y dedicación que un atleta olímpico, o mi hijo intentando masticar un pedazo de carne.
Sin embargo, ahora que tengo más de 30, puedo decir que me convertí en una mujer segura y sociable, con un grupo enorme de amigos compuesto por mi novio y nuestro hijo. Y ni siquiera estoy segura de cómo convencí a alguien de pasar el resto de su vida conmigo, pero ya pasaron más de siete años así que no creo que haya sido una apuesta que hizo con los amigos del liceo para humillarme en el baile de fin de año.
Pero a mis veintes, después de haber pasado años de mi vida alejándome de la gente, había perdido muchos amigos y mi autoestima estaba en su punto más bajo, lo cual me convertía en un blanco fácil para los hombres. Bueno, no todos los hombres, claro. Más que nada aquellos que disfrutan de sentirse poderosos con mujeres vulnerables, el clásico "depredador" o "CEO".
De todos modos, salir y conocer gente nueva me generaba cierta alegría, la misma que te genera caminar sobre brasas calientes descalza, o peor, de tacos. Y fue ahí que tuve un par de relaciones que no fueron, digamos, ideales. En un momento me enamoré de alguien que vivía en una casa con siete amigos y por suerte eran buenas personas porque ahora sé que soy muy vulnerable a terminar en una secta.
Pero el punto de esta historia no es hablar sobre mis relaciones fallidas, sino de mi relación actual, para que todos sepan que tarde o temprano van a conocer a alguien con quien van a querer estar cada segundo de cada día y en 10 años se van a pelear porque puso el pie de tu lado de la cama.
Mi novio y yo nos conocimos en el trabajo, porque lo que más valoro en un hombre es no tener que caminar más de 20 pasos para conocerlo. Y la realidad es que yo no estaba buscando enamorarme, en especial después de mis experiencias anteriores, pero él llegó y me deslumbró con gestos enormes como querer hablar conmigo en público.
Era inteligente y gracioso, y siempre me trató como una reina, lo cual yo, obviamente, odiaba. Todo lo que hacía me generaba sospechas y me hacía pensar las típicas cosas como "¿Por qué?", "¿Está haciendo esto por mi?", "Pero no me lo merezco" o "Seguro quiere que me quede a dormir para robarme los riñones y venderlos en el mercado negro".
Era tan insegura que al principio casi nos separamos, pero él vio algo especial en mí y siguió apostando por la relación, porque intuyó que en un futuro yo iba a ser la madre de su hijo y la persona con quien mirar los primeros 10 minutos de todas las películas antes quedarme dormida. Y eventualmente me di cuenta de que así es como se supone que se tiene que sentir estar en pareja y finalmente dejé de dormir con la espalda contra la pared para proteger mis órganos.
Estoy realmente agradecida de que mi novio llegara a mi vida cuando lo hizo y me ayudara a recuperar mi confianza, e intento demostrarle cuanto lo amo todos los días. Excepto cuando me toca mis cosas y las cambia de lugar sin avisarme, porque no negocio con terroristas.
Tampoco quiero dar la impresión de que tenemos una relación perfecta. Discutimos y nos peleamos como todas las parejas. Él es muy racional y yo soy más emocional, y no me entiende cuando le explico que la mejor forma de hacer las cosas es como te haga más feliz, aún si no es la más lógica, mientras termino de armar el arbolito de navidad en octubre.
Pero el punto de esta historia y el mensaje que quiero darle a quien sea que esté leyendo es: no se conformen. La vida es demasiado corta para compartirla con alguien que los hace sentir menos de lo que son. Si la opción es estar solo, bienvenido sea. Como dice el dicho: "Mejor solo que mal acompañado por alguien que no te ame cuando hace ocho días que estás usando la misma ropa y no te depilas desde el verano pasado".
Y si quieren una relación, no se conformen hasta encontrar una que los haga felices. Y si, yo se que salir y conocer gente es difícil. En especial hoy en día con las apps y las citas online, todo es más complicado. Ojalá pudiéramos volver a tiempos más simples cuando conocías a alguien porque te lo presentaba una amiga, o porque tu padre te casaba con el hijo de una familia rica a cambio de dos vacas y medio kilo de canela.
Pero no se rindan, no se conformen y nunca piensen que no merecen ser felices. Busquen a alguien que sea compañero, amoroso, que los cuide y siempre esté feliz de verlos. Puede ser un perro.