Perder el control

Hay un miedo universal que paraliza a todos los padres: ver a su hijo pasar caminando por la puerta del cuarto con un drypen destapado. Pero también, el miedo a que les pase algo malo. A que se lastimen, a que alguien los trate mal, a que se enfermen, a que se pierdan, o peor, que su madre les intente cortar el pelo.

En mi caso, por mis trastornos de ansiedad, la necesidad de proteger a mi hijo se vuelve por momentos abrumadora. Quiero tenerlo siempre cerca, lejos del peligro, resguardado dentro de una muralla impenetrable hecha de mi amor, mi protección y los paquetes de plástico donde vienen las tijeras.

Ese sentimiento es el principal motivo por el que no pude volver a trabajar en una oficina cuando mi hijo era un bebé. Yo sabía que estaba seguro bajo el cuidado de su padre, quien daría su vida para protegerlo y lo ama casi tanto como a su computadora. Pero aún así, no pude hacerlo y tuve que buscar la forma de trabajar desde casa, donde podía no usar pantalones. Y cuidar a mi hijo.

Pensándolo racionalmente, creo que mis miedos y ansiedades tienen una raíz clara: la pérdida de control. Los trastornos de ansiedad y el TOC -al menos en mi caso- se basan en esa necesidad ineludible de sentir que todo está bajo control. Y dejar que alguien más cuide a tu hijo significa que no vas a estar ahí para saber si está feliz, si tiene hambre, si te extraña, si pidió que le dieran un vaso naranja y la maestra le dio un vaso naranja pero en realidad resulta que no quería un vaso naranja y ahora está inmerso en una rabieta de dos horas que solo se va a terminar si el vaso naranja se lo trae un exorcista..., o si tiene sueño.

A los padres que son sobreprotectores se los conoce como "padres helicóptero", porque siempre están sobrevolando por encima de sus hijos, protegiéndolos y supervisando todas sus actividades. Yo vendría a ser más bien una "madre elástico", que se estira para darle libertad de crecer y nutrir su independencia, pero no demasiada como para que se aleje mucho y se vuelva independiente. También podría ser "madre ex-novio resentido".

Este post fue motivado por el futuro primer día de escuela de mi hijo. Porque esta semana se abrieron las inscripciones y con su padre comenzamos a visitar los jardines de infantes en nuestra zona, y rápidamente me di cuenta que va a ser muy difícil elegir uno. La realidad es que son todos iguales; todos tienen salones de colores, todos tienen patios con toboganes y hamacas, todos tienen maestras divinas que aman a los niños, y ninguno me deja ir a clase con mi hijo ni ponerle una cámara oculta en la mochila.

Y en ese proceso de intentar decidir quién va a estar encargado de cuidar a mi hijo y educarlo durante los primeros años de su escolaridad, se acentuaron todos mis sentimientos de ansiedad y miedo a no poder protegerlo. Si fuera por mí, se quedaría en casa y yo sería su maestra, y no sé exactamente qué materias le tengo que enseñar a los 3 años, pero empezaremos con lo básico, aprendiendo a editar sus preferencias en Netflix y a subir fotos a Instagram.

La realidad es que mi hijo va a ser super feliz en la escuela. Es muy sociable y -a diferencia de mí- ama estar con otros niños y casi nunca pide tomar alcohol ni inventa excusas para irse temprano.

Y además, su primer día de escuela no va a ser hasta marzo de 2022, lo cual me da bastante tiempo para acostumbrarme a la idea y prepararme para dejarlo caminar solo. Sé que al principio va a ser difícil, pero me imagino que cada vez será un poquito más fácil y eventualmente un día se va a sentir como parte de la rutina. Y ese día va a terminar el liceo.

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